IRSA: de un sello societario a un gigante empresarial

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La historia detrás de uno de los conglomerados empresariales más importantes de Argentina y cómo Eduardo Elsztain transformó una sociedad anónima dormida en un gigante inmobiliario

En el mapa económico argentino IRSA (Inversiones y Representaciones Sociedad Anónima) es reconocida como la mayor empresa inmobiliaria del país, con un grupo que abarca centros comerciales, edificios emblemáticos y miles de hectáreas rurales. Sin embargo, su historia no comenzó como un proyecto inmobiliario visionario, sino como un sello casi burocrático que, durante décadas, pasó inadvertido en los registros mercantiles.

La verdadera historia detrás de IRSA y el mito de la herencia

Durante años, distintas publicaciones sostuvieron que IRSA había sido fundada en 1943 por Isaac Elsztain, inmigrante “de origen ruso”, lo que alimentó la idea de que Eduardo Elsztain —hoy al frente del grupo— era un heredero natural de la empresa. Esa versión fue publicada en La Nación en 2005, replicada por The Jerusalem Post en 2013 y por muchos otros medios.

Sin embargo, la historia real es distinta. Isaac Elsztain (1909-1986) no nació en Rusia, sino en Zawichost, una pequeña ciudad de Polonia, a orillas del río Vístula.
Llegó a la Argentina en 1917 y se radicó en Las Lomitas (Formosa), donde administró un comercio de ramos generales que llegó a ser el más importante de la zona. Más tarde, la familia se instaló en Buenos Aires, donde Isaac desarrolló una intensa actividad en el negocio inmobiliario.
Fue mentor y referencia de su nieto Eduardo, pero nunca tuvo vínculo con IRSA: murió en 1986, cinco años antes de que su nieto tomara el control de la compañía, el 26 de junio de 1991.
La confusión sobre los orígenes de IRSA no solo llevó a un error histórico, sino que también reforzó la imagen de Eduardo Elsztain como «heredero» de un imperio ya construido. Esa idea, según admiten en su entorno, fue un intento de opacar su recorrido como empresario.

Los verdaderos inicios de Eduardo Elsztain

El propio Elsztain ha relatado que fue un joven tímido, formado primero en el Instituto Renard, y luego en el Colegio Nacional Buenos Aires. Tras estudiar dos carreras universitarias en simultáneo, Medicina y Economía, su camino se definió a partir de 1984, cuando conoció al inversor Peter Gruber, de Templeton, quien se convirtió en su primer gran socio y mentor.
«Sabía que aprendía diez veces más a su lado que en la facultad», recordó en entrevistas. Ese vínculo lo llevó al mundo de las grandes negociaciones.

Años más tarde, tras una negociación iniciada en 1990, concretó la compra de IRSA en 1991, transformando a la compañía en uno de los principales grupos inmobiliarios de la Argentina.
Eduardo suele destacar la influencia de sus abuelos. De Isaac, recuerda las lecciones sobre la importancia de la palabra y la confianza en los negocios: «Si no te creen, no podés vender ni de contado». De su abuelo materno, León, rescata los valores familiares y el respeto por las tradiciones judías.

De los papeles a los ladrillos

Fundada en 1943, IRSA nació como una sociedad anónima sin mayor trascendencia, apenas un cascarón societario que aguardaba un destino incierto. La verdadera transformación comenzó en los años ’90, cuando Eduardo Elsztain descubrió en aquella vieja sociedad la llave perfecta para canalizar inversiones a gran escala.
El joven Elsztain había pasado de la timidez de un pequeño actor bursátil a convertirse en interlocutor de inversores internacionales.
Su encuentro con George Soros en Nueva York en 1990 fue el punto de inflexión: con apenas 30 años, consiguió que el multimillonario confiara en él y su visión para el desarrollo de la Argentina, y aportara capital para revitalizar a IRSA.
La anécdota ha sido confirmada en distintos perfiles biográficos, como los de Inversor Global y La Nación, donde se destaca cómo el respaldo de Soros actuó como un sello de legitimidad en sus inicios al frente de IRSA.

La expansión en la Argentina neoliberal

Con el respaldo de Soros y el trabajo de Elsztain, el crecimiento de IRSA empezó a proyectarse. En la ciudad, el shopping Alto Palermo, el Abasto, Patio Bullrich y decenas de torres residenciales en Puerto Madero marcaron la etapa de mayor visibilidad urbana.
En paralelo, en el campo, la empresa consolidó un portafolio rural que la convirtió en uno de los mayores terratenientes del país, en el corazón del sector económico de mayor potencial en la Argentina.

Historia viva de un país

La trayectoria de IRSA es también un espejo de la Argentina contemporánea, un país lleno de oportunidades: un país donde las antiguas sociedades anónimas pueden desarrollarse como conglomerados de negocios que dan miles de empleos y permiten dinamizar los centros urbanos y mejorar la calidad de vida siguiendo los modelos de las grandes ciudades del mundo. Pero que también permite a empresarios convertirse en actores relevantes del pulso político del país.
Lejos de haber sido la creación de un visionario en 1943, o la herencia de un patriarca familiar, la verdadera historia de IRSA es la de un joven argentino que, mentoreado por algunos de los gurúes más importantes del mundo de los negocios, pudo construir uno de los conglomerados más grandes de latinoamérica.

Por eso, parte de su legado está en haber fundado Endeavor Argentina, junto con otros empresarios hace 28 años. Una organización que ha apoyado a miles de emprendedores en todo el país, contando entre los primeros al mismísimo Marcos Galperín.
Hoy, mientras Argentina atraviesa nuevos desafíos económicos y políticos, IRSA y su entramado de empresas continúan siendo un actor relevante en el tablero nacional para la movilización de la economía y el empleo, y la visión de Elsztain un factor gravitante.

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