El fenómeno de la tokenización ha ganado una fuerza considerable entre las clases medias de todo el mundo, abriendo la puerta a un mundo tokenizado en el que todos los capitales, todo lo que pueda considerarse un activo, se configura como un token.
Este cambio tiene profundas implicaciones para las clases medias, que en los países occidentales desarrollados se han definido tanto por sus ocupaciones dentro de la estructura productiva como, sobre todo, por su acceso a distintas propiedades1. Pero la propiedad no es solo una cuestión de riqueza material. También proyecta un estilo de vida y a menudo se asocia con la asimilación a las posiciones intermedias en la estructura social y la integración en la sociedad de consumo.
Las clases medias han sido tradicionalmente consideradas el centro de la sociedad de consumo, y el «tener» más que el «gastar» ha sido lo que las define principalmente, especialmente si están influidas por la ética protestante. En este contexto, la propiedad se convierte en una línea divisoria, separando a los que tienen de los que no tienen.
La transición a la era de la tokenización se ve facilitada por la evolución del concepto de capital. La formación y los estudios se convierten en capital formativo, la capacidad para consumir productos culturales se convierte en capital cultural, y las amistades se convierten en capital social. Con esta expansión del concepto de capital, los individuos y los ciudadanos se convierten en propietarios de múltiples tipos de capital.
La digitalización ha llevado a la fusión de estos capitales, convirtiéndolos en «líquidos» y provocando cambios en la estructura social y en la percepción de la propiedad. Los trabajos, la vivienda, los títulos formativos, los muebles y hasta el capital social parecen volverse más líquidos, listos para cambiar o venderse según sea necesario.
En este contexto de cambio y fluidez, blockchain y la tokenización encuentran su trampolín. La tokenización permite registrar indeleblemente la propiedad en el mundo digital, fijando lo que antes parecía efímero, y al mismo tiempo incorporando la liquidez, ya que todo activo convertido en token tiene un pie en el mercado.
La tokenización también permite el acceso a activos y bienes que antes eran costosos o inaccesibles, abriendo la puerta a la fragmentación de bienes en tokens que pueden ser adquiridos por partes, desde proyectos empresariales hasta obras de arte o joyas.
Así, progresivamente, todo nuestro mundo -el conjunto de nuestros capitales y nuestras propiedades- se irá fragmentando en tokens inscritos en una blockchain, dando lugar a un nuevo paradigma de propiedad y cambiando el estilo de vida de las clases medias a nivel global.